Las lesiones del ligamento cruzado anterior de la rodilla (LCA) son de las más frecuentes dentro de las consultas médicas. En general todo comienza con un giro del cuerpo quedando fijo el pie en el suelo o al caer luego de un salto, y muchas veces se percibe un chasquido en la articulación. Es por ello que la lesión del LCA es la mayor parte de las veces una autolesión. También puede deberse a caídas por hiperflexión o hiperextensión de la rodilla. En la mayoría de los casos es muy difícil incorporarse caminar, y al poco tiempo la rodilla se vuelve tumefacta y aumentada de volumen.
En estos casos se realiza rápidamente la consulta en un centro de salud siendo la revisación médica en muchos casos difícil, ya que la hinchazón de la rodilla y la incomodidad del paciente dificultan la evaluación de la zona. Se establecerá el diagnóstico de "esguince de rodilla", y se solicitarán placas radiográficas para descartar algún tipo de fractura articular, o lesión asociada. De no haber otras lesiones más graves, se deja la rodilla con un brace o inmovilizador, y en algunos casos incluso muletas para cuidar la zona.
Con el correr de los días el edema en la rodilla va disminuyendo, pudiendo ahora sí el médico establecer los alcances de la lesión. Dependiendo de ello, se optará por un tratamiento fisiokinésico conservador, o se realizará la cirugía reconstructiva de los ligamentos, o meniscos involucrados.
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